viernes, 7 de septiembre de 2007

La lengua


Este escrito de Jacob Gregory, fue traducido por Jacobo Kouyoumdjian y publicado en el número 5 de la revista Adelphos (hermanos). Lo recuperamos para iniciar esta sección, esperando seguir tratando temas que puedan ser de ayuda para una auténtica vida cristiana.


La lengua es un miembro muy importante para el hombre. Dios nos ha dado dos ojos, dos oídos y dos piernas, pero nos ha dado una sola lengua, porque El ha querido que el hombre fuese pronto para oír y tardo para hablar (Stg 1.19).
En Santiago 1.26, leemos: "Si alguno piensa ser religioso entre vosotros y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana". A la luz de este versículo, nos preguntamos: ¿Por qué es imprescindible refrenar la lengua? Ofrecemos algunas respuestas.

Es imprescindible refrenar la lengua porque tal hecho demuestra la verdadera religión
La Biblia nos enseña que entre los verdaderos creyentes coexisten falsos creyentes. Es deber de los verdaderos creyentes estar llenos del Espíritu Santo (Ef 5.18), discernir a los hijos del diablo y cuidarse de ellos. La Palabra de Dios ofrece ciertas pruebas por las cuales los renacidos pueden conocer a los hijos de Dios y a los ministros del diablo. Una persona verdaderamente salva por la fe y la Gracia de Dios, puede y debe refrenar su lengua pues el Espíritu Santo que mora en ella le facultará. Pero muchos que piensan que son religiosos, pronto manifiestan el engaño de sus corazones y su religión vana, porque no refrenan sus lenguas.
Por la luz de la Palabra Santa de Dios, se por cierto que existen aquellos que son "cristianos" de nombre, meros profesantes religiosos cuyo destino será el infierno, porque no han nacido de nuevo y no refrenan sus lenguas por la fe, la oración y el Espíritu Santo. Los falsos creyentes no han renacido de nuevo, no poseen el Espíritu Santo y por lo tanto no pueden ser llenos del Espíritu y tener capacidad para refrenar sus lenguas.
Tristemente, conozco ciertos Cristianos que desean hacer la voluntad de Dios y ser santos en sus almas en pensamiento, en palabras, en obra, y predicar el Evangelio a las almas; sin embargo, olvidan que deben refrenar sus lenguas por la fe, la oración y el poder del Espíritu. El cristiano verdadero debe y puede refrenar su lengua por la Gracia de Dios. Aunque un creyente puede ser tentado a hablar desconsideradamente, un hecho es claro: no habla continuamente contra la voluntad de Dios.
Amado creyente, si deseas presentarte al mundo como una persona verdaderamente religiosa, debes refrenar tu lengua por el poder del Espíritu Santo, especialmente cuando seas perseguido y despreciado. Recuerdo que una vez, uno de esos cristianos nominales se pronunció contra mí y me despreció. Con la ayuda de Dios, pronto pude hacerle callar y entonces le dije: "Por favor, ¿me repite lo que ha hablado contra mí?". El hombre aquel se maravilló viendo mi imperturbabilidad y no repitió las palabras despreciativas.
Hermanos, el Señor guardó silencio en ciertos casos delante de sus enemigos. El demostró que era pronto para oír y tardío para hablar. Quienes son espirituales y profundos, refrenan sus lenguas. Los superficiales no refrenan sus lenguas, se exceden en sus palabras, hablan por demás y demuestran que no son verdaderamente salvos; no tienen el Espíritu ni están, por lo tanto, llenos de Él.

Es imprescindible refrenar la lengua, porque está prometida vida larga y felicidad a los creyentes que refrenan sus lenguas por la fe y el Espíritu Santo
El apóstol Pedro, dice:"El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño" (1 P 3.10). Algunas personas prosperan y viven vidas largas, pero no ven días buenos; y la causa suele ser porque no refrenan sus lenguas.
Ananías y Safira su mujer, murieron de muerte prematura, porque no refrenaron sus lenguas y mintieron al Espíritu Santo (Hechos 5.1-13). Muchos recogen sobre la tierra el fruto amargo de sus iniquidades y mueren prematuramente porque no refrenan sus lenguas.
Está escrito en la Palabra: "Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal" (Stg 2.8). Pero si una persona quiere nacer de nuevo, andar en el Espíritu y ser llenado del Espíritu Santo, entonces si podrá refrenar su lengua, vivir vida larga y ver días buenos.
Aunque algunos creyentes mueren por el Señor Jesús, muchos mueren prematuramente porque no han refrenado sus lenguas y en algunos casos han padecido tribulaciones.

Es imprescindible refrenar la lengua, porque "toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio" (Mt 12.36)

a) Los pecadores serán juzgados ante el Trono Blanco después del reino milenial del Señor sobre la tierra (Ap 20.11-15). En aquel día grande del juicio, o sea, en el juicio último, los pecadores estarán en la presencia del Todopoderoso y serán juzgados por sus palabras ociosas o inconsideradas como también por sus crímenes e iniquidades. Muchos no dan importancia a sus palabras, pensando que sus palabras ociosos no son obras y que por lo tanto no serán responsables por sus palabras. Pero nuestro Padre Celestial es muy justo en sus juicios: El recompensará a cada creyente que da un vaso de agua fría a otro; El recompensará a cada creyente aún por sus obras pequeñas o insignificantes; pero al mismo tiempo juzgará y castigará a cada pecador por sus palabras ociosas. En el infierno, el castigo de los pecadores será según sus malos pensamientos, malas palabras y malas obras.
b) Los hijos de la luz también serán juzgados por sus palabras ociosas ante el Tribunal de Cristo, en la segunda venida de Jesús en los aires; y perderán parte de sus galardones eternos. Los creyentes no irán al fuego eterno por sus palabras ociosas, pero perderán parte de sus galardones. Amado creyente, si amas al Señor no has de querer ser juzgado por El en su segunda venida para ser privado de galardones. Lo mejor para ti es estar bajo la guía del Espíritu Santo y hablar según su santa voluntad. Tus palabras podrán ser bíblicas, pero para recibir galardones debes hablar aún esas palabras bíblicas bajo la guía y el poder del Espíritu Santo. Ilustraré esto con un ejemplo: tú eres invitado a predicar en una Iglesia local y el Señor quería que tú predicaras acerca de la vida llena del Espíritu Santo tomando el texto de Efesios 5.18. Pero tú, en cambio, por tu voluntad propia, no obedeciste al Señor y decidiste predicar sobre otro tema, por ejemplo, el tema de la oración que habías llevado preparado de antemano. Naturalmente, los miembros de la Iglesias no juzgarán, pero el Señor, en su segunda venida, te juzgará en Su Tribunal galardonador y no te recompensará por aquella predicación. Es por esto que todo predicador debe estar alerta y entender la voluntad de Dios y su dirección al preparar las predicaciones y pronunciarlas. Debe tener mucho cuidado de sus palabras; debe hablar según lo que le permita el Espíritu Santo. Encomiéndose por la fe al Señor, declárele sus deseos de hablar de acuerdo con las Sagradas Escrituras, y entonces crea en Su Poder y esté seguro de que El refrenará su lengua en la predicación.

Es indispensable refrenar la lengua, porque ello es la demostración y prueba de tener Sabiduría Divina

Salomón, el sabio, dice: "En las muchas palabras no falta pecado: mas el que refrena sus labios es prudente" (Prov. 10.19). Los prudentes no multiplican palabras, pero conozco algunos cristianos nominales que se tienen por prudentes sin apercibirse que a la luz de las Sagradas Escrituras son necios porque son charlatanes. Si sus palabras fueran registradas y luego examinadas, sería evidentes que se contradicen a sí mismos en sus declaraciones. Dos individuos pretendidamente espirituales vinieron a mi casa una vez para discutir sobre temas y actividades religiosas: durante la discusión hablaron muchas cosas y comprobé que sus palabras eran contradictorias.
Amado creyente: debemos ser prudentes como serpientes (Mt 10.16). Es interesante saber que existen serpientes que son prudentes y al mismo tiempo no son venenosas. Ellas no pican ni matan a la gente. No son dañinas y son beneficiosas para los labradores. Así debemos ser personas no dañinas y prudentes por la fe. Cierto día, un cazador se hallaba descansando a la sombra de un gran árbol, cuando de repente vio una gran serpiente sobre el árbol y sin demora alguna le apuntó con su escopeta y de un tiro la mató. Cuando los labradores del lugar oyeron el estampido corrieron hacia el árbol para ver lo que pasaba; y tristemente, comprobaron que el cazador había matado imprudentemente a una serpiente que no era dañina, sino que les prestaba beneficiosos servicios devorando insectos y bichos que arruinaban sembrados en los campos. Se enojaron mucho con el cazador y hasta llegaron a pensar en matarlo, pero afortunadamente puedo salvarse en manera milagrosa. Cerramos este tema repitiendo: "El que refrena sus labios es prudente".

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